
Este post no lo ha inspirado una mala experiencia (que las ha habido) sino una buena que me ha pillado por sorpresa. Reconozco que cualquier profesión que conlleve estar con niños y, sobre todo, niños pequeños, ha de elegirse por una profunda vocación y ganas de dedicación. ¿Qué es lo que pasa entonces con esos profesionales de atención a los peques que te dan la impresión de que no los pueden ni ver, los tratan con rudeza, te hablan con desganas de su salud o peor, te dan MALOS consejos o prescripciones?
Todos nos podemos equivocar, pero no todos tenemos la responsabilidad de la salud de nuestros pacientes, cosa que exige una excelente preparación médica y constante actualización en los temas de la salud. En estos casi dos años he visto faltas en ambas cosas. Diagnósticos incorrectos, prescripción de antibióticos para combatir virus (hasta los que no tenemos nada que ver con la medicina, sabemos que los antibióticos no son efectivos contra los virus) y mucha desinformación en temas tan importantes como la lactancia materna, colecho, porteo, etc.
Hay una cosa que admiro en la gran mayoría de peluqueros que se precian y es su constante aprendizaje. Master clases, cursos de corte de pelo, recogidos, prácticas con nuevos tintes y técnicas. Ellos no paran de reciclarse. Por desgracia muchos profesionales de la salud piensa que con estudiar una vez x años ya lo tienen todo. ¿Qué pasa con los nuevos estudios? ¿Nuevas investigaciones y recursos? ¿Nuevos descubrimientos? La falta de información de los médicos y sanitarios se transmite a los demás y son los pacientes los que la sufren.
A todos nos pasa una cosa: nos lo creemos todo si quien lo dice lleva una bata blanca. Ya me lo dice mi señor esposo que no es doctor, pero trabaja en el sector sanitario y lo ve cada día. Si llevas uniforme de médico tienes la verdad absoluta. Hasta que das con una madre. Ya no nos lo creemos todo. Tenemos acceso a mucha información. Podemos buscar consejos a especialistas en el área que nos preocupa. Nos juntamos en grupos en las redes sociales y compartimos nuestra experiencia. Sabemos encontrar la web de la Asociación de Pediatras de España, la Organización Mundial de la Salud y la American Academy of Pediatrics.
Aún así tenemos que lidiar con pediatras con cara de asco, que te hablan mal, que te dan consejos desactualizados y te acusan a ti de ser una mala madre. Gracias. Lo que nos faltaba por oír. Luego cambiamos de médico y el actual desacredita por completo al anterior reconociendo que sus consejos son de un incompetente. Gracias otra vez. Ahora tengo aún más miedo.
Como os decía al principio de este post, a pesar de haber tenido experiencias malas y haber escuchado consejos del siglo XX (como mínimo), tanto yo como muchas mamás que me rodean, este post lo inspiran mis experiencias positivas. Aquellas matronas que confían en tu cuerpo de mamífera incluso cuando tú pierdes la fe. Incluso te graban un vídeo para cuando te vuelvas a desanimar y no estén cerca. Aquellos pediatras que no te meten por lo ojos los botes de leche artificial y te animan con la lactancia materna. Aquellas enfermeras que te ven nerviosa y se paran a tu lado sólo para animarte y poner una mano en tu hombro.
Ojalá no sean casos aislados y estemos encaminados hacia una sanidad más respetuosa, unos hospitales más humanizados, unos médicos y sanitarios más al día. A los pediatras os deseo más paciencia y amor por vuestra profesión y vuestros pacientes. A los padres, y sobre todo madres, confiad, pero comprobad. Nadie conoce a tu bebé mejor que tú. A nadie le suena la campanilla del instinto maternal como a ti. ¡Lo estás haciendo muy bien!

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