
Sí, mi peque ya tiene un año. Ya puedo mirar con añoranza sus primeras vestimentas, juguetes de bebé que ya no le interesan, mirarla mientras duerme y recordar que la cuna se le quedaba mucho más grande.
Ha sido un año de formación práctico-teórica muy intensiva pero también muy interesante. Es cierto que hay momentos en los que el agotamiento se apodera de tu estado de ánimo y se te escapa alguna lagrimita sin poder explicar la razón exacta. Echas de menos sobre todo el tiempo que antes tenías para hacer cosas por ti misma, o simplemente para no hacer nada. Si antes me parecía que tenía una agenda apretada, ahora, cuando echo la vista atrás, tengo la sensación de haber vivido una vida contemplativa. Ya no necesito despertador porque es mi hija quien decide a qué hora me voy a levantar (entiéndase, a la que se levante ella y se aburra de jugar sola). Después de trabajar mis horitas y al llegar a casa sigo corriendo, haciendo cosas, o simplemente corriendo detrás de mi hija que gatea a una velocidad sorprendente y en un pestañear de ojos se pone de pie y alcanza lo que pueda o lo que no se pueda, que es peor. Lo más relajado que podemos hacer es jugar en el suelo (60 segundos a lo sumo, que es lo máximo que puede durar interesada en un juguete en concreto) o pasear.
Me gusta pasear con ella. Esos paseos han ido cambiando mucho. Antes ella se dormía y yo me paraba en un banquito a leer o a tomar algo. Luego ya no se quería dormir en ningún lado salvo en la mochila porta bebé pero seguíamos disfrutando nuestros paseos. Cambiamos el carrito por uno de paseo con el que ella puede descubrir mejor el mundo ya que todo está a su alcance. Nos paramos para oler (y arrancar) alguna flor, hojitas verdes, subirnos a un banco, dar golpes en alguna farola... Ahora estamos entrando en la fase de jugar en el parque. Le encantan los niños aunque aún no sabe muy bien cómo jugar con ellos. Los columpios son una cosa muy divertida, pero no más de 2-3 minutos, cómo no. Cosa importante: llevar comida o merienda. Le mejora mucho el ánimo :)
La comida es otra evolución vivida ( ¡y lo que queda!). Pasas de sólo pecho a fruta, verdura, pescado, huevo, etc. etc. He descubierto tiendas ECO, productos BIO, he aprendido a leer mejor las etiquetas, huir de potitos y cereales en polvo, evitar azúcares escondidos, camuflados, disimulados (es un tema a tratar de forma independiente). A día de hoy seguimos con nuestro momento especial Teta Time. Aunque ahora es más para dormirse que para alimentarse pero muy importante aún así. Para las dos. Ese vínculo que se crea a nivel emocional es algo sorprendente. La naturaleza sabiamente lo ha dispuesto así. No sólo es lo mejor para la salud tanto del bebé como de la madre sino que también es una manera preciosa de entregarse, de conectar, de quererse.

Cuando hablo de formación práctico-teórica me refiero a que hay una parte importante que también hay que tener en cuenta. La formación pedagógica y psicológica. Como esto de ser madre es muy nuevo para mí y no tiene nada que ver observar desde fuera que vivirlo, decidí que me faltaba información. He encontrado libros muy buenos que me han ayudado a definir qué clase de crianza quiero seguir. El primer libro que leí estando embarazada fue el de Dr. Estivill sobre cómo hacer que tu bebé duerma. He de decir que me pareció fácil eso de dejar a un bebé en su cuna y dejar que llore hasta que se acostumbre. a que nadie va a ir y no tiene sentido seguir llorando Pero entonces das a luz y entran en juego cosas como el amor y el instinto maternal. Esa cosa que todos te dicen que sale sola y que no sabes qué es. Pues es, y mucho. No me voy a enrollar mucho aquí pero el adiestramiento de un bebé que todo lo que quiere en este mundo es estar con su madre no es para mí. En cambio he descubierto que ambas somos más felices con una crianza respetuosa donde puedo seguir firmemente mi corazón y mi instinto.
Mi hija sigue levantándose varias veces por la noche y me necesita para volver a dormirse. Nos tumbamos las dos en la cama y compartimos un ratito muy especial entre el sueño y la vigilia. Es verdad que descansaríamos mejor si Gaia durmiera toda la noche, pero ese momento llegará. No llorará para que vaya a cogerla, no necesitará que le de pecho ni mimos. Así que mientras tanto voy a disfrutar mimándola, educándola, guiándola. Y disfrutaré creciendo como persona a su lado, que es de lo más bonito que me ha dado la vida...