
Soy uno de esos seres que tierra que pisa raíces que echa pero a pesar de ello siempre me pone triste tener muy lejos a mi familia. Hoy en día con tanta globalización, informatización e internalización (sin mencionar el enorme empujón de la crisis económica y laboral que ha obligado a millones de personas a abandonar su hogar en busca de oportunidades) todos estamos más desperdigados que nunca. Vemos como pasan los años y cambian los paisajes a los que estábamos acostumbrados, cómo crecen hermanos y sobrinos, cómo envejecen nuestros padres y abuelos. Aunque el paso del tiempo no es algo que uno pueda detener o modificar, siempre pienso en los afortunados que pueden ir a comer a casa de sus padres cuando les apetece, hacer planes con sus sobrinos, montar fiestas familiares.
También tengo que decir que la comunicación ha cambiado mucho. Cuando estaba en el instituto para hablar con mis familiares teníamos que comprar una tarjeta telefónica, meter un código y después hablar los minutos asignados intentando no ahogarnos en una cabina de Telefónica que se convertía en un horno bajo el sol. En mis primeros años de universidad iba a un locutorio una vez por semana para llamar a mis padres (siempre que no tuviera en la cabina de al lado a una señora chillando en su propio idioma) de nuevo sobreviviendo los calores de los meses de verano en aquellas cavernas con un ventilador que servía entre poco y nada. Después llegó la época de Skype y empezaron a viajar las sonrisas, los platos que ha cocinado cada uno, las caretas y canciones favoritas. Empezó el bum del WIFI que muchos vecinos dejaban en abierto hasta popularizarse las contraseñas. Benditos vecinos los de aquellos años y sus megas!
Hoy en día mi aplicación favorita para las llamadas con o sin vídeo es LINE. La encuentro muy divertida con sus pegatinas a lo japo pero sobre todo me encanta la calidad de la llamada (sí, he probado la mayoría de otras aplicaciones en las que podáis estar pensando ahora mismo). Gracias a los datos móviles (cada vez más voluminosos) y aplicaciones de este tipo la sensación de distancia es cada vez menor. Mi padre me llama desde la calle en pleno invierno para que vea en directo cómo está nevando y lo bonito que ha quedado todo el paisaje. Hago una pasarela de moda para mi madre para que vea lo que he conseguido comprar en las rebajas. Asisto al cumpleaños de alguien hablando con todos los comensales en la mesa ( aunque me dan envidia con todos los platos que hay de por medio). Pensaréis que soy muy friki pero incluso ponemos a nuestros respectivos gatos para que se vean el uno al otro (no hacen mucho caso).
Mi sueño sigue siendo que podamos viajar como en Star Trek mediante teletransportación o algo por el estilo que acorte esas distancias y tiempo invertido en atravesar miles que km. Mientras tanto me sigo poniendo triste al despedirme o al acompañar a mis padres al aeropuerto pero sigo en tiempo real su avión pasar por media Europa y espero su llamada al aterrizar. Ya hay algo por lo que estar agradecida además de por tener una familia.
