
Ya nos anunciaban hace tiempo, que estaba a punto de llegar otra crisis económica, y eso era antes de la pandemia mundial provocada por Covid-19. Ahora la bola que viene (dicen) va a ser enorme porque ha cogido mucho más peso de lo previsto. Con sólo ver tantísimos comercios que han cerrado, empresas en bancarrota y gente cobrando subsidios, ya nos podemos hacer una idea.
Hace justo tres años hablaba sobre el consumismo feroz en "Ropa, vestir o consumir" https://bit.ly/3neAeXJ
y la idea de intentar ser una consumista consciente no me deja. Siempre se nos invita a renovar el armario, la decoración según las tendencias de este otoño, primavera, verano, ofertas en mil productos para los que aún has de encontrar un uso y un lugar en tu vida.
Cuando estaba en la universidad, ir de tiendas era un pasatiempo y parecía, que mi armario no tenía fondo. Cuando me iba de vacaciones llevaba una maleta de 30 kg llena de ropa y calzado. Envidiaba a las mujeres que viajaban con tacones y una maleta de mano. Entonces yo misma me compré una maleta de mano y tiré la grande. Curiosamente me entraba todo lo que necesitaba. Hacía conjuntos por día y así evitaba meter ropa o complementos innecesarios. Establecí mi récord personal al meter en mi pequeña maleta unas zapatillas deportivas con su caja original, un balón de la Selección Española, también en su caja original, entre otros regalos de menor tamaño. Mi propia ropa para 1 semana iba enrollada y metida en los huecos libres que quedaban. En definitiva, las mujeres sabemos bien que el tamaño importa y mucho. Cuanto más grande el bolso, más lo llenamos. ¿Pasará lo mismo con nuestro armario, nuestros cajones, nuestro piso?
Empecé por vender el carrito de la niña que ya no usábamos. Luego sus zapatos en perfecto estado. Algún que otro artículo infantil. Entonces salté a mi ropa, bolsos, incluso los guantes de hockey, que mi marido compró y jamás usó. Resulta que tengo el armario lleno, la casa llena de objetos que no uso. No me hace falta Marie Kondo con su método de limpiar la casa de objetos innecesarios. Ya veo por mí misma que cuando está todo metido en mil rincones parece que no tienes nada. Pero una vez que empiezas a sacar no le ves fin al asunto.
Así que manos a la obra y a vender lo que se pueda. Por un lado es un plus para la economía personal o familiar. Por otro, te libera de cosas que están muy bien, pero a las que ya les has dado uso. Porque a ninguna nos gusta llevar a varias bodas el mismo vestido, ¿verdad? Otra posible ventaja es liberar espacio para cosas nuevas que sí necesitas. Si abres el armario y no tienes nada que ponerte, ¿qué hace ahí toda esa ropa? ¿Y esa cámara de fotos que hace mucho que no usas porque sólo haces fotos con el móvil? Varios bolsos que no te combinan con nada. Regalos aún con etiqueta, que te daba pereza o pena cambiar en la tienda de la que procedían...
Hagamos una revisión de nuestros bienes materiales y a ver si podemos liberar algo de espacio, ofrecer a otros nuestras cosas, que ellos sí que usarán, y así completaremos un círculo donde todos nos beneficiamos en vez de consumir y consumir y tirar y tirar. ¿Listos?
Comments