
Echaba de menos el otoño. Antes lo relacionaba con la vuelta al cole, al instituto, a la universidad. Deberes, largas horas de clases, lluvia y oscuridad. Hoy en día tras el bullicio del verano y el calor sofocante que impedía descansar bien por la noche, estaba deseando que llegara la época de tardes frescas con un buen té y mi larga lista de libros por leer.
En otoño vuelven al armario los suaves jerséis de lana en los que uno quiere envolverse cual manta. Las botas calentitas con las que no me importa pisar los charcos mientras va cayendo una lluvia suave por los bordes del paraguas. Un gracioso sombrero de fieltro para apartar los vientos.
Es la época de revisar aquellos propósitos que se escribieron al empezar el año. Quedan tres meses para terminar el año en curso y veo que me faltan muchos puntos por cumplir, aunque me siento contenta por haber empezado al menos con algunos de ellos. Algunos de esos planes han estado creciendo poco a poco como ideas y por fin están en gestación más activa.
¿Cosas que aún faltan por cumplir? Tenemos dos viajes pendientes desde hace algunos años. ¿Ver a mi DJ favorito en directo? Otro punto pendiente. Leer 25 libros programados para este año: llevo 11. Buscarme unas clases de guitarra… sí, aún está en la lista de cosas por hacer…
Bueno, a finalizar lo comenzado y a comenzar lo planeado. Ha empezado la temporada de inspirarse en la lluvia que cae y empapa la tierra para que pueda seguir engendrando más vida. ¡A crear!